El mensaje de una montaña

 

 

Escrito por: Zaida Rojas para antonimablog

Vivir en la ciudad hace que la cabeza se aturda. Despertar y automáticamente correr por vivir un día y sobrevivir en el intento. La ciudad es una montaña rusa que hace de la vida un ir y venir de vacíos, altibajos y emociones.

Cuando decidimos ir a otros lugares a sentir diferente, personalmente, trato de buscar un aire fresco y silencioso, como una playa, un páramo o la punta de una montaña. Esos lugares llenos de magia, imaginarios y alucinantes, logran que la mente más fiel a la ciudad decida prostituirse.

Al llegar a la punta de esa montaña con vista a una imponente composición entre verdes, azules, blanco y transparencias, me di cuenta que no había más que mi mente y un extraño cuerpo que me mantenía en pie. Este era el primer silencio no incómodo de mi vida, era una sensación de libertad, era aire puro recorriendo ese cuerpo que sentía pero sabía que sólo era un mensajero de mi mente, eran mensajes de la montaña remitidos a mi ser. Entendí que era el momento de agradecer -Gracias por darme todo para estar acá y gracias por dejarme sentir este momento-, abrí mis ojos y los centré en mi punto favorito de la gran composición que tenía en frente y era un robusto bosque visto desde la punta de la montaña. Las copas de los árboles se doblegaban como ofreciéndose, como si me dieran la opción de hacerle una petición, traté de no parpadear tan seguido sólo para estar segura de lo que estaba sucediendo. Siempre he sido una mujer que cuestiona el amor y ese día me aproveché de ese gran momento, tanto que llegue a ser atrevida y le hice varias peticiones, también me sentí en el derecho de hacerlo porque era tan inmenso ese lugar que asumí que podrían con todo lo que yo necesitaba.

“Protege mis decisiones, no me permitas fallar en el amor una vez más, dame salud y llévate todo lo que no merezca mi tiempo”. De nuevo cerré los ojos y dispuse mi mente para tener un diálogo, para recibir un regaño. Logré  tener mi mente en blanco y olvidar que estaba allí pero una sensación húmeda en mi cara y cálida me hizo volver al cuerpo, a la razón y a una innegable respuesta.

No es el momento una vez más para el amor pero sí es el momento de sentir en otro lugar, es el momento de aprender cosas nuevas, es el momento de viajar y tener una nueva experiencia. Ese era el mensaje, eso transmitió el cuerpo a la mente y se convirtió en un fuerte deseo desde el corazón.

“Sacrificar para fallar duele. Puedes fallar en lo que no te gusta, así que haz lo que te gusta.” Jim Carrey

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